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Ensamblajes estructurales en la era del Capitalismo (página 2)



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"Durante la guerra
antijacobina… los honorables colonos ingleses… redujeron los
jornales de los obreros del campo hasta por debajo de
aquél 'mínimo estríctamente físico',
completando la diferencia indispensable para asegurar la
perpetuación física de la raza,
mediante las leyes de pobres".
(Karl Marx
Salario, Precio y
Ganancia
. Ricardo Aguilera editor. Madrid 1968.
Cap.XIV, pág.80).

Las leyes de pobres, existentes en Inglaterra desde
el siglo XVI, consistían en un fondo acumulado en cada
parroquia, para ayudar a los fieles que no podían
mantenerse a sí mismos ni a sus familias; lo que era
aprovechado por el capitalista para contratar aún a
más bajo precio. Ya Marx se daba
cuenta de los peligros de las instituciones
de caridad no gubernamentales. Nuestras actuales ONG's y
nuestras caritativas familias católicas fomentan la
degradación del trabajo, su
escasez y su
valor
precario. Bajo la ilusión de la ayuda humanitaria se
esconde el ensanchamiento de las desigualdades disfrazado con una
buena conciencia, en
lugar de la regulación por Ley de lo justo
en cada caso
. Algo parecido a la caridad del siglo XIX ocurre
actualmente con las ONG’s: que muchas veces hacen un flaco
favor a quienes piensan en proteger cuando el capitalismo
salvaje se aprovecha de ello y no hay Leyes contrarias que se lo
impidan. De modo que no siempre las instancias sociales o
culturales se oponen al capitalismo ni siempre el capitalismo se
opone a las instancias sociales o culturales.

Y como de lo que se trata no es de la ingenuidad de
vivir absolutamente libre de toda compulsión sino
atendiendo al mal menor y a la compulsión mínima
que permita la regulación máxima de la buena
convivencia, a lo largo del siglo XX se ha mostrado que el
mercado, muchas
veces, resulta una compulsión mayor que todas las
instancias culturales que un progresismo excesivo y
antropológicamente ignorante consideraría como
máximas aberraciones y supersticiones a eliminar. Y no es
que no haya supersticiones aberrantes a eliminar, lo que ocurre
es que la razón instrumental unida al capitalismo, en
cuanto instancia eliminadora, puede llegar a convertirse, a su
vez, en la mayor superstición y el mayor de los
asesinos
. El peligro evidente de que los sueños de la
razón creen monstruos nos es bien conocido desde el
nazismo y con
anterioridad se vivió bajo la falsa idea platónica,
puritana y maniquea, según la cual, de la Razón no
podía provenir el mal, y que éste era, simplemente,
una ausencia en la plenitud del ser. La inversión de dicha doctrina platonista no
es menos incorrecta, esto es, el suponer que la Razón es
fuente de todo mal y que hay que fomentar sólo instancias
alternativas a la misma. Ya John Elster demostró que
tanto la hiperracionalidad como el exceso de
voluntad
son dos formas de irracionalismo
, caracterizadas
cada una de ellas por la impresión de la carencia de
límites. De ahí que no haya que
confundir la racionalidad en general ni con la mera razón
instrumental ni con la hiperracionalidad.

Respecto al enfrentamiento entre mercado y
psiquismo, tenemos otra instancia, la mental,
relacionada con las de la cultura y la
sexualidad
, que padece de manera inédita bajo el
sistema
capitalista. El ensamblaje estructural de psiquismo y
cultura
nos lo muestra Carlos
Fernández Liria en su obra Geometría y Tragedia.
El uso público de la palabra en la sociedad
moderna
:

"Igual que el Ello freudiano aceptaba renunciar a sus
pretensiones a cambio de que
el Yo soportara estar tejido de rasgos de carácter y de síntomas, la familia
acepta renunciar a sus pretensiones a cambio de que la sociedad
soporte estar tejida de costumbres, ritos e identidades" (C.Fdez
Liria Op.cit. Editorial Hiru, Guipuzkoa, 2001, p.164).

La tensión y el arrinconamiento de la cultura,
en el psiquísmo
, del Edipo trágico en la fase
edípica, alcanza un extremo increíble bajo la
presión de un capitalismo que prefiere la subnormalidad
a la infancia
.

Un arrinconamiento que ha llegado hasta el punto de
que se ha podido especular con la idea de que la esquizofrenia
fuese una enfermedad ligada al capitalismo
. La presión
sobre las mentes (una tesis
foucaultiana de difícil aceptación respecto a los
cuerpos en Occidente) quizá nunca había sido tan
fuerte como en nuestros días:

"Aumento alarmante de suicidios entre las 270 etnias de
los 350.000 indios que aún quedan en Brasil de los
cinco millones que existían cuando llegaron los
conquistadores portugueses (…). Entre las causas de
muerte de 343
indios analizadas por el Consejo Nacional de la Salud en Mato Grosso, desde
enero a octubre de este año el suicidio figura
como tercera causa de mortalidad, después de los problemas
cardiacos y la desnutrición" (El País,
jueves 21 de diciembre de 2000). "El suicidio se convierte en la
primera causa de muerte violenta en el mundo. La OMS presenta un
informe que
observa que cada 40 segundos una persona acaba con
su vida.- El crimen y los conflictos
bélicos, siguientes causas (…). El suicidio se ha
convertido en la principal causa de muerte violenta y en la
cuarta de muerte general. Las tasas de suicidio más
elevadas se dieron en Europa del Este,
mientras que las más débiles correspondieron a
América
Latina y a algunos países asiáticos. Ciertas
comunidades aborígenes presentan cifras excepcionalmente
altas, como los inuits de Canadá o los habitantes del
Estrecho de Torres en Australia" (El País, jueves 3
de octubre de 2002).

Esa presión psíquica que en mayor medida
sufre quien más desarrolla su sensibilidad fue la que
padeció Theodore Kaczynski, graduado por Harvard en
ciencias y
Profesor de
Matemáticas en los Estados Unidos,
más conocido como Unabomber, que fue capturado en
1997 tras haber sido buscando por el FBI durante 17 años,
(juzgado y condenado a cadena perpetua), debido a los atentados
que fue perpetrando a lo largo de ese periodo mediante
cartas
bomba
fabricadas de modo artesanal (sin usar la tecnología), con las
que asesinó a tres personas e hirió a otras 23,
todas ellas relacionadas con la tecnología y la industria. En
1995 se hizo público su extenso Manifiesto (del que
mostramos y traducimos, a continuación, el punto 1 de los
232 que contiene) cuando obligó al New York Times y
al Washington Post a publicárselo bajo la amenaza
de atentar contra ellos si no lo hacían. Ya en el primer
párrafo
de su manifiesto se nos habla del aumento del sufrimiento
psíquico en dos ocasiones:

"1. La Revolución
Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la
raza humana. Han incrementado enormemente la esperanza de vida de
aquellos de nosotros que vivimos en países "avanzados",
pero han desestabilizado la sociedad, hecho la vida irrealizable,
sujetado a los seres humanos a indignidades, han extendido
enormemente el sufrimiento psíquico (en el Tercer Mundo el
sufrimiento físico igualmente) y han infringido severos
daños en el mundo natural. El continuo desarrollo de
la tecnología empeorará la situación.
Vejará a los seres humanos con mayores indignidades e
infringirá un mayor daño en
el mundo natural, acarreará probablemente una mayor
dislocación social y un mayor sufrimiento
psicológico, y podrá incrementar el sufrimiento
físico incluso en los países avanzados".

El psiquismo padece más fácilmente a
medida que los sujetos desarrollan
en mayor medida y por eso
la enfermedad mental (a Unabomber le diagnosticaron
esquizofrenia, ¿?, que etimológicamente significa,
mente dividida) no es carencia de razón, sino
huida psíquica ante situaciones
insoportables.

Y respecto al enfrentamiento entre mercado y
Razón, por lo que nos atañe en cuanto
partidarios de la Razón, diremos, que hay que
procurar que por odio a la subnormalidad no prefiramos,
tampoco, recaer en la infancia y, si se me apura, decir,
con todas las reservas, que es preferible ser racional a ser
hombre, aunque
se nos deje claro en el libro
mencionado que actualmente, bajo la presión del mercado,
no se puede ser ninguna de las dos cosas, cuando se
debería poder ser
ambas, tanto un hombre como un ciudadano:

"En la sociedad moderna, se ha hecho mucho más
difícil que en la Grecia de
Platón
y Aristóteles que las leyes sean realmente
capaces de constituir sociedad (…). Por primera vez,
vivimos una sociedad en la que no sólo no podemos ser
seres racionales, sino que tampoco podemos ya ser
hombres" (Carlos Fdez Liria
Op.cit. p.166 & 167).

El mercado de
capitales constituye sociedad con mayor vigor que todas las
demás instancias estructurales, obligadas a ensamblarse en
su seno de la manera que puedan o a morir. En su contra, el
espacio público de la razón política ejecutiva y
judicial, el espacio psíquico y el espacio sexual, el
espacio cultural y el espacio artístico, pugnan por
sobrevivir, y por seguir constituyendo, también ellos,
sociedad.

Pero la pugna es también entre los peores
candidatos de esas dos grandes instancias, cultura y
mercado
, que, en cuanto animadas del monismo universalista
de la modernidad,
piensan que sólo puede quedar una y que no hay sitio para
ambas
:

"El verdadero conflicto es
el que enfrenta a la cultura y al mercado o, de un
modo más preciso, a la modernidad como cultura y a
la modernidad como mercado. El mercado es la modernidad
que ha dejado atrás, al mismo tiempo, las
costumbres y la razón, lo relativo social y lo absoluto
trascendental, para imponer la desregularizada tiranía del
capital.
(…) De lo que se trata, pues, es de encontrar una
alternativa, al mismo tiempo, frente a las dos
modernidades
, la de la cultura y la del mercado, sin
reestablecer la autenticidad antropológica"
(Santiago Alba El
Islam
jacobino
. Sediciones nº17, Hiru, Guipúzcoa, 2002,
p.51).

El capitalismo, que es tan sólo un sistema
económico entre otros posibles, se ha erigido en instancia
dominante, y de ello deriva toda perdida en las demás
instancias, pues no hay un mundo ilimitado que regir y si el
mercado sobrepasa sus límites y la esfera que le es
propia, lo hace a consta de otras esferas, gobernándose
entonces de forma mercantilista lo que habría de
gobernarse de otra manera.

La distancia entre el amor y la
prostitución, entre la amistad y la
adulación, entre la política y la corrupción, entre otras distancias, son las
que demuestran que aunque el capitalismo quiera regir, por
ejemplo, la afectividad, el amor y las
relaciones
sexuales o los sistemas de
parentesco; la creatividad
artística y la identidad
tribal, no consigue servir de sucedáneo de nada de ello y
la esfera ausente conquistada pugnará por recuperar lo que
le corresponde, e incluso se excederá, cuando pueda, en
aras de su defensa y supervivencia.

Pero respecto al mercado y el Estado lo
que sí que parece que la iniciativa privada puede llegar a
okupar (y corromper) el terreno político, promoviendo
desplazamientos del sector
público socializado al sector privado, que vienen
coincidiendo con lo que se ha llamado desmantelamiento del
Estado del
Bienestar, avance del neoliberalismo
o hegemonía del pensamiento
único. Lo más terrible de semejante lucha es el
desplazamiento de la toma de
decisiones que afectan a la colectividad de los Parlamentos,
los ciudadanos y los Estados (ONU, Tribunal
Penal Internacional) a las multinacionales y sus órganos
consultivos (FMI, OMC).
El
retroceso del sector estatal respecto del privado ha sido muy
grande últimamente. No obstante, por tomar como ejemplo a
mi país, siendo el PIB en 2001 de
España
de 108 billones de pesetas (o 650 mil millones euros), el gasto
publico total en España ascendía entonces al 40%
del PIB (sanidad, enseñanza, pensiones y prestaciones
contributivas y no contributivas, administracion general,
justicia,
policía, defensa, etc) siendo la media en la UE del 47%
del PIB.

Queda, por tanto, mucho sector público que
defender de las garras del mercado y, por poner un ejemplo, la
huelga del 20
de junio de 2002 contra el decreto de reducción de las
prestaciones por desempleo, lucha
que aún continúa, ha sido una de las últimas
acciones de
defensa de lo público en España.

Pero hay quienes consideran que tanto el Estado como
el Mercado son enemigos a batir, quienes consideran que la
Cultura y el Psiquismo son enemigos a exterminar, quienes ven en
la Identidad tribal y en la Religión sólo
arcaísmos a erradicar; quienes abominan, desde la
Razón omnisapiente y al mismo tiempo asesina, de todo lo
constituido; una suerte de secta nihilisto-reactiva que
sólo se satisface con la destrucción, con el
Nirvana. Frente a ésta estará el nihilismo
activo
de quienes destruyen para crear y critican para que se
puedan realizar propuestas constructivas, quienes son conscientes
de que quedan aún muchas cosas por
levantar
:

"Hablemos de esto grandes sabios, a pesar de que es
malo; peor es silenciarlo, pues todas las verdades silenciadas
terminan por destilar veneno. ¡Y que se venga abajo cuanto
pueda venirse abajo en nuestras verdades! ¡Quedan
aún muchas cosas por levantar!" (Friedrich Nietzsche
Así habló Zaratustra. Segunda Parte. De
los sublimes
).

 

Simón Royo Hernández

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